El embarazo es un momento único en la vida de la mujer.
Durante 40 semanas el cuerpo femenino tiene que adaptarse a una gran variedad de cambios, no solo físicos si no también mentales y emocionales.
La transformación que se produce en la futura mamá es impresionante y admirable, pero algunas veces cuesta aceptar toda esa vorágine que se produce en un espacio de tiempo relativamente pequeño.
Además, pueden aparecer diferentes incomodidades que van desde dolores de espalda, ciática, dificultad respiratoria, pesadez, mala circulación, etc… que hacen que la espera se haga más larga.
¿Es recomendable la práctica de Yoga en el embarazo?
El Yoga es una excelente herramienta en este periodo de la vida, crea espacios, tanto físicos, como emocionales y prepara para la aceptación de los innumerables cambios a los que se ve sometida la mujer. Ayuda a tomar conciencia del cuerpo y de las emociones, a escucharlos, comprenderlos y aceptarlos.
Las técnicas respiratorias, “pranayama”, son muy beneficiosas, ya que el diafragma por su fisonomía va perdiendo libertad de movimiento conforme el bebé va creciendo y se va haciendo cada vez más difícil una respiración completa. El Yoga ayuda a ampliar la capacidad pulmonar y a oxigenar tanto a la mamá como al feto, además permite controlar mejor el dolor en el momento de las contracciones.
Mejora la circulación y retorno venoso previniendo la aparición de varices, y también disminuye la retención de líquidos.
Los estiramientos alivian dolores de espalda y contribuyen a mejorar la flexibilidad corporal y la elasticidad de la musculatura del periné.
Por otro lado, los equilibrios mejoran la postura y ayudan a distribuir bien el peso y evitar el exceso de curvatura lumbar.
La relajación contribuye a mejorar los periodos de sueño.
A nivel emocional, el Yoga ayuda a confiar en una misma, a creer en la innata capacidad de traer una nueva vida a este mundo y crea una conexión entre la mamá y el bebé que está a punto de nacer.